viernes, 14 de julio de 2017

Fue víctima de 'Los Zetas' y la creyeron muerta: Ella nos cuenta hoy su terrible pesadilla.

Fue víctima de 'Los Zetas' y la creyeron muerta: Ella nos cuenta hoy su terrible pesadilla.

Foto: Juan Cedillo


Ella decidió contar su pesadilla cuando todo comenzó en Tamaulipas a finales del 2011.

Norma  Mendoza López, detenida por la guardia nacional de México era trasladada al penal de Nuevo Laredo, Tamaulipas, ella creía que todo iba salir bien y que su caso se aclarada para salir en libertad. Pero todo se convirtió en pesadilla y aun duele esos malos momentos que vivió en carne propia.

Ya en la camioneta el Militar que la trasladaba le indica a norma agachara la cabeza, la razón era que si los zetas se enteraban de su traslado le podrían dar un balazo en la cabeza. Norma pensó que el solo le quería ver sus grandes nalgas.

Cuando llego a la puerta de ingreso del penal ella creía que ya estaba segura y que por fin todo se aclararía para salir en libertad inmediatamente. Pero pasaban los minutos y Norma solo le quedaba esperar.

Pero mientras esperaba escucho una voz "Ya llegaron unos nuevos", Entonces la habitación se llenó y había más de 10 personas.

Norma nos siguen contando llorosa que: "Llego con ellos una tal Mireya 'Tongolele'. y me agarro de los pelos y me llevo en el consultorio y con bofetadas me decía 'eres de Reynosa, eres mugrosa'. Estaba asustadísima, comento.

Y de repente siente una mano pesada de un hombre con características gordo y alto y con la dentadura cubierta con oro.

Este tipo la llevo a un corredor donde hay una malla ciclónica que está en la carpintería.
La cara de ella fue oprimida a la protección metálica por más de 8 días, algo similar a una sala de torturas, donde estaba Manuel donde era golpeado por 7 internos hasta el cansancio.

Ya con 32 años, más de 7 años de lo ocurrido sigue esperando justicia a manos del miembro crimen organizado esto en cómplice con las propias autoridades estatales y federales.

En el 2011 conoció a Manuel en Reynosa, El le invito a salir por dos días, ella acepto. Tras su fracaso en amor pero con 4 hijos que mantener, ella solo quería una nueva oportunidad en el amor y acepto la cita. Al hospedarse con Manuel en un Hotel, y al salir por unos minutos en una alberca unos hombres la invitaron a bañarse con ellos, ella ignoro sus peticiones y al regreso en el cuarto encontró a Manuel y su amigo Ricardo con 4 militares.

"Ya tenía mis credenciales y tarjetas del banco. Me dicen ya la estábamos esperando".
"Entonces espere sentada donde llegaron dos hombres más con computadoras me hacían preguntas y yo les respondía".

Uno le soltó a otro: "Ella está limpia", pero los hombres militares se llevaron a tres.
En la séptima Agencia del ministerio público ella reconoció a unos de los mandos que la invitaron en aquella vez en la alberca.

Brotan más recuerdos:

-Yo no tengo por qué irme con usted, si yo no he hecho nada. Yo de aquí salgo porque no hice nada. No tiene por qué detenerme si no trae ninguna orden de aprehensión y me están sacando de un hotel-, puntualizó ella.

Pues entonces aquí te vas a quedar detenida por apretada. Ayer que pasaste por la alberca te estuvimos hablando y no nos hiciste caso.

En su declaración frente a su abogado de oficio, no pusieron nada de lo que Norma dijo. Al contrario, querían que firmara que ella había declarado que fue detenida como halcona -un término usado en México para los que hacen el ‘trabajo’ de vigilantes del narco- y porque supuestamente portaba aparatos de comunicación, así como 3 mil 200 de pesos. Norma se negó a firmar rotundamente.

“Ésta te salió fierita”, comentó la que redactaba en el MP al abogado, quien estaba parado frente a ella sin decir nada.

“Le dije ‘¿y usted quién es?’, y ella dijo: ‘es tú abogado’, no pues le dije que él estaba ahí para defenderme, no para acusarme, y si va a estar así, mejor ni hable”.

En el expediente 178-2011 de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Tamaulipas se describe a la Secretaría de la Defensa Nacional como el denunciante, por el delito de “atentados contra la seguridad de la comunidad. Probable Responsable (s): Juan Manuel Ibarra y Otros”.

A Norma no la dejaron hacer llamadas y le advirtieron que no tenía derecho a nada.

El lunes 14 de noviembre por la mañana le dijeron que ya ‘se iba’. Y ella pensó que se referían a que por fin podría volver a casa.

Pero le pusieron de nuevo las esposas, la subieron a una camioneta custodiada por militares y la llevaron al Centro de Ejecución de Sanciones (Cedes).

Cuando era golpeado por los internos, miembros de Los Zetas, en el taller de carpintería, Manuel trataba de desligarla de todo.

Les decía que ella no tenía nada que ver, que era inocente. Incluso, la insultaba, para que sus verdugos no creyeran que era una persona importante para él y la dejaran al margen de la situación.

Al ver la tortura a la que lo sometían, Norma cayó en cuenta que a su entonces pretendiente lo acusaban de pertenecer al Cártel del Golfo.

“A mí me temblaban las piernas y cuando preguntaron quién era yo, Manuel empezó a decir cosas feas mías, dijo: ‘esa es una que nos trajimos de Reynosa, es una cualquiera, pero ella no tiene nada que ver en esto, déjenla’”.

Norma traga saliva con los recuerdos que siguen fluyendo. Contiene las lágrimas y se le quiebra la voz al ver a su madre escuchándola.

“Tú deberías de salirte de aquí”, le recomienda durante la entrevista con esta reportera. Era de uno de esos consejos de hija a madre, en busca de que ésta no tenga un mayor sufrimiento. Porque la herida no sana. Y duele. Hasta el recuerdo duele.

La madre de Norma ha sido fuerte desde el primer día en que no supo dónde estaba su hija; sin embargo no conocía ciertos detalles del suceso.

Norma había preferido mantenerla al margen de los detalles crueles.

Pero los recuerdos siguen fluyendo:

Dos sujetos la tomaron de los hombros. Uno de cada uno. Le bajaron los pantalones, la ropa interior y otro le propinó los primeros quince tablazos en las nalgas, piernas y espalda.

Pese al dolor y el miedo, ella seguía de pie.

“Me decía el muchacho, ‘tírate al piso’. Yo no me tiraba, le dije: ‘¿para qué, para que me levantes de otro golpe?’”.

Querían que confesara ser parte del Cártel del Golfo. Fueron turnos de 15 tablazos durante horas. Horas, no minutos. Cuando al fin soltaron la tabla, se dedicaron a abusar sexualmente de ella. El final de la tortura y el abuso lo recuerda ya de madrugada. Cree que eran las 2 o 3 de la mañana del día siguiente.

“Hay algo que recuerdo bien. Cuando estaba parada y ya traía el pelo suelto, estaba con la cabeza agachada, eso fue ya en la noche, yo creo que ya estaban pensando en violarme y le dice uno al otro ‘dile que te la chupe güey’.

“El muchacho estaba sentado y nomás me le quedé viendo, bien enojada, y le dijo ‘no, ya viste cómo me está viendo. Si se la meto me la arranca’. Yo no le quitaba la mirada de encima”.

Ya de madrugada fueron dos mujeres por ella. Eran Rubí y Damaris, quienes decían ser las “encargadas” del área femenil.

Para entonces, Norma sangraba de los glúteos, la espalda y las piernas, pero ellas no se compadecieron y la seguían golpeando. La desnudaron y le robaron su ropa. Y la aventaron en una celda inmunda, donde la llegaban a alarmar después con los típicos baldes de agua fría.

Recuerda que le arrancaron las uñas y le quemaron el cuerpo con cigarros. No podía caminar, y a rastras la hacían que fuera a limpiarles su celda.

Foto: http://aristeguinoticias.com




“Tenía como cinco días sin comer y me preguntaron que si tenía hambre y para mi mala suerte iba pasando una cucaracha. Me hicieron que la masticara, se me salían las lágrimas del coraje”.

Una noche se la llevaron a un salón donde tenían computadoras; ahí estaba Manuel, aún más herido que ella.

Le mostraron fotos de rostros de hombres. Le preguntaron si los conocía, ella lo negó, entonces le apuntaron con un arma, cortaron cartucho.

Entonces pensó que estaba viviendo su último minuto de vida. Pero no lo fue.

“Pensé ‘Dios cuida a mis hijos’”, dice ahora entre lágrimas.

En aquel momento a través de radios avisaron de la entrada de los “negros” (policías estatales). Y la devolvieron a su celda para continuar el martirio al que las reclusas la sometían diariamente.

*****

El 21 de noviembre de 2011, una convicta alta y corpulenta la levantó del catre en el que yacía, la tiró al piso y agarrándose de dos barrotes, tomó vuelo hacia arriba y se dejó caer sobre su frágil cuerpo.

Fueron diez veces las que cayó encima de su estómago, hasta que se rindió y la dejó mal herida. Los siguientes minutos Norma vomitó sangre hasta que llegó una custodia a ver si estaba viva.

Después de perder el conocimiento, despertó cinco días después en la Clínica La Fe, de Nuevo Laredo.

La información médica es contundente: le quitaron una cuarta parte del hígado, le extirparon la vesícula, la atendieron de múltiples fracturas, incluyendo de costillas; tenía hemorragia interna e inflamación cerebral.

Tiempo después se enteró de la gravedad: la habían dado por muerta desde que la sacaron del penal.

Dos celadores la llevaban a la morgue. En el traslado uno de ellos escuchó un leve quejido y le dijo al otro: “Ésta no va muerta”.

En la clínica La Fe los médicos trabajaron durante horas con un solo fin: salvarle la vida a Norma. 

El 4 de diciembre de 2011, fue sometida a una cirugía en la que le retiraron la piel muerta que tenía en la espalda, glúteos y piernas.

Desde entonces ha sido intervenida 14 veces, dos con tratamientos de células madre y algunas cirugías plásticas para la reconstrucción de su cuerpo.

Su familia se enteró que la habían arrestado porque llamaron a su padre para informarle, cuando ya había pasado más una semana.

Su madre y su hermana vivieron un viacrucis tratando de ubicarla en el penal y en los hospitales, hasta que después de quince días, por fin los directivos admitieron que estaba internada.

Por orden de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, se inició el trámite para que le fuera declarado el Protocolo de Estambul.

Dicho sistema es una guía que contiene las líneas básicas, con estándares internacionales en derechos humanos, para la valoración médica y psicológica de una persona que se presuma o haya sido víctima de tortura o algún mal trato.

Para ser declarado, Norma fue sometida a una minuciosa valoración médica y psicológica, durante seis horas diarias en un lapso de ocho días.

“El psicólogo me pidió que le contara todo. Me agarré llorando. Recuero que cerré los ojos y le dije todo. Para cuando terminé de contar y abrí los ojos, estaba en el rincón del cuarto tirada en posición fetal y él sentado a un lado mío. Me levantó y me dio un abrazo fuerte. Me dijo: no necesito ver más”.

Semanas después fue certificada como la primera mujer mexicana viva y torturada en 2011, a quien se le entregó el Protocolo de Estambul.

El 14 de enero de 2015, luego de más de tres años de la querella legal, fue absuelta y puesta en libertad.

Hoy está de nuevo junto con sus hijos y sus padres. Y encontró una nueva oportunidad en el amor.

Aunque aún necesita más intervenciones quirúrgicas -que podrían ocupar todo su tiempo y mente-, Norma no deja de buscar la justicia. Por ahora tiene planeado demandar a la Sedena.

Manuel murió en el penal de Nuevo Laredo, oficialmente de un “paro cardiaco”. Ricardo aún está recluido pero se desconoce en qué condiciones.

Fuente: http://aristeguinoticias.com/1207/mexico/los-zetas-creyeron-que-estaba-muerta-ella-hoy-cuenta-su-pesadilla/